De las que más me gustan de Ribera
La verdad es que hace muchísimos años que conocí a Galo a través del club de vino que tengo el honor de presidir y eso te deja un poso que a uno le hace muy poco crítico, aunque puedo asegurar que he estado buscando puntos débiles de nuestro último encuentro, no los he encontrado.
Tras una visita al viñedo que está al lado de la casa y una más breve a las diferentes zonas de elaboración de la bodega, nos mostró la ampliación que han hecho con los edificios que pertenecían a la antigua harinera, si mi memoria no falla. López Cristóbal diría que es la bodega donde todo es perfecto, cada flor, cada planta, cada ladrillo, cada edificio, cada silla… da la sensación de que cada cosa esta donde tiene que estar y que difícilmente se encontrará un lugar mejor, ¡espectacular!.
Posteriormente subimos a la parte de arriba donde hicimos la cata y eso también le diferencia, no es una sala de catas, es como el comedor de la familia y dónde nos acomodamos todos alrededor de una mesa redonda. Galo fue abriendo botellas mientras charlábamos animadamente de todo lo relacionado con la enología, siempre expresándose con calma, siempre intentando escuchar, como si realmente pudiera aprender algo de sus potenciales clientes y así pasaron unas buenas horas mientras poco a poco íbamos catando todos los vinos de la casa…
La conclusión final es que es una bodega que ofrece de las mejores relaciones calidad-precio de toda la Ribera.
Y como todo lo bueno se acaba, tuvimos que volver a Aranda dónde teníamos el alojamiento y todos nos fuimos con la sensación de que visitar López Cristóbal no es añadir una bodega más a tu historial, te vas con la sensación de dejar allí un amigo al que estás deseando volver a ver.
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Un marco incomparable, entre viñedos, es el lugar donde esta bodega familiar está situada. La disposición disgregada de las edificaciones confiere al lugar un encanto especial, trasladando al entorno una belleza singular.
Situada en Roa, corazón de la Ribera del Duero, la bodega cuenta con viñedos propios y con medios técnicos de última generación que aseguran una perfecta elaboración y un cuidado de los vinos hasta el último detalle.
Fue en 1994 cuando Santiago López consiguió llevar a cabo el sueño de crear su propia bodega. Todo comenzó mucho antes, alrededor de los años 30, cuando su padre, también llamado Santiago, aterrizó en la Ribera del Duero procedente de Santander para crear una granja en el mismo lugar donde hoy se halla ubicada la bodega. El contacto con el mundo de la viticultura llegó en los años 80, coincidiendo con los comienzos de la Denominación de Origen Ribera del Duero.
Tras unos años seleccionando las mejores parcelas y los mejores clones de Tinta del País, llegó el momento ansiado de elaborar su propio vino, creando Bodegas López Cristóbal. A continuación vino la incorporación de su hijo Galo, que supuso una ayuda determinante en la consolidación definitiva de la bodega, así como el aporte de un carácter muy personal a los vinos.
La filosofía de la bodega se centra en crear vinos de calidad, basados en la selección de nuestras propias uvas y buscando siempre la elegancia y el equilibrio. En definitiva, vinos para disfrutar.
Fuente: Riberadelduero.es